sábado, junio 16, 2007

La II Guerra Fría: Degradación Corporativa de la Democracia

“Nosce te Ipsum” (Conócete a ti mismo)
Sócrates

1.-Nuestro bando

Empecé a escribir sobre la II Guerra Fría con la recomendación de Sun Tzu siempre en mente: “Si conoces bien al enemigo y te conoces bien a ti mismo no tienes que temer el resultado de cien batallas”.

Ya hemos dedicado un tiempo importante a conocer, al menos estilizadamente al enemigo. Hemos descrito el nacimiento del Islam, su naturaleza revolucionaria, su programa expansionista y su degradación reaccionaria. También nos hemos referido a la creciente desintegración del Estado nacional y al ascenso del para-estatalismo. Deberemos volver más tarde al análisis del integrismo moderno, y la formación de una identidad islámica universalista, y política.

Ahora vamos a considerar la evolución material e ideológica en Occidente desde la II Guerra Mundial, centrándonos en los tres elementos que más condicionan nuestra debilidad y división a la hora de enfrentar el totalitarismo de nuestro tiempo: la transformación del escepticismo científico en nihilismo postmoderno, del anti-imperialismo universalista en relativismo multicultural, y la degradación reaccionaria del feminismo.

En conjunto, voy a describir como la izquierda occidental ha cambiado su programa de la Clase Media Universal por la consciente explotación de la política de la identidad, y como la derecha económica sirve fielmente a los intereses mercantilistas de las burguesias nacionales a las que representa, a costa de agudizar los problemas sociales asociados a la globalización con la inmigración masiva.

2.-La sociedad corporativa

Desde su inicio hasta mediados del s.XX, la ciencia social (es decir, basicamente la economía) tuvo que tomar como dado el marco institucional, derivando sus consecuencias lógicas pero sin ser capaz de explicarlo.

Pero desde la revolución de la Teoria de Juegos en Economía, esto ha cambiado. El marco institucional que antes era un a priori que ordenaba la conducta de los agentes, entra dentro del dominio del individualismo metodológico; es decir de la ciencia social. Desde finales del s.XIX se entendian las reglas de un mercado donde hay unos derechos de propiedad exógenos, pero desde Nash y Buchanan, podemos preguntarnos sobre las condiciones que crean y sostienen los distintos marcos intitucionales; la política deja de ser exógena y se endogeniza en el campo de la ciencia social.

En esas condiciones, los argumentos clásicos de Hayek sobre la sociedad corporativa cobran una total solidez científica.

Estilizadamente en el modelo base de una sociedad corporativa (en el campo económico) los agentes son maximizadotes racionales y saben que el libre comercio es un optimo social, PERO también saben que su interés individual consiste en defender sus privilegios. Así pues cada agente hace lobby para defender su protección, porque la ganancia que produce gastar 1 dólar en hacer lobby para su interés individual es mucho mayor que la ganancia de hacer lobby para la liberalización (interés colectivo). Como resultado todos los agentes hacen lobby por el proteccionismo y la sociedad sigue siendo corporativa, y TODOS pierden. Esto es muy intuitivo, porque para todo agente la mejor situación es vivir en una sociedad donde todos los mercados estén liberalizados menos aquel en el que uno es productor. Pero al obrar así, acaba en una sociedad donde ningún mercado está liberalizado. Los agentes se roban unos a otros, con el Gobierno como intermediario. No querido lector: no es un juego de suma cero, sino de suma vastamente negativa.

Un análisis de la evolución de una democracia absolutista (como la que prevalece en Occidente) nos convence de una tendencia permanente hacia la degradación corporativa. La existencia de una acumulación de poder irresistible crea las condiciones para una industria de la captura política, y el interés de grupo tiende a ahondar el corporativismo. Este equilibrio social no solo es perverso, sino también firme.

Hay dos problemas de acción colectiva en la democracia que se anidan entre si: la ausencia de incentivos marginales del votante y la gestión de la identidad.

En un estado moderno relativamente liberal, un tercio de la renta la gasta el Gobierno: es decir, una cantidad semejante al coste de la vivienda. Pensemos en el cuidado y el realismo con que un individuo afronta la decisión de comprar una casa y financiarla: las vueltas que da para elegir la mejor hipoteca, el mejor barrio y la mejor casa. Ahora comparemos ese cuidado con la irresponsabilidad típica del votante, que suele tomar sus decisiones llevado de fobias y filias irracionales. Comparemos a un agente inmobiliario, que ofrece con realismo a su cliente la casa que mejor se ajusta a sus necesidades, con la actitud del político que trata de excitar en él sus peores instintos facciosos. ¿Cómo es posible que las dos decisiones que afectan a una fracción semejante de la renta se tomen de forma tan distinta? La respuesta, como diría el loro economista [1], es incentivos.

¡Incentivos! El voto de un individuo nunca determina el resultado de la elección; por tanto el votante, aunque está expuesto a la irresponsabilidad de la mayoría, no está en ningún sentido expuesto a su propia irresponsabilidad. Dios hace salir el Sol para justos e injustos, y la democracia es igualmente poco selectiva. En esas condiciones, donde el votante responsable y el irresponsable reciben el mismo pago, la política se convierte en una rama de la industria del espectáculo. El votante infantil y el político payaso son el producto natural de estos incentivos perversos.

Los incentivos individuales no existen; las interacciones no son marginales. Pero queda el interés grupal.

¿Pero de qué grupo? En que un sistema democrático, según Friedman, el Estado no redistribuye de ricos a pobres, sino de mayorías desorganizadas a minorías organizadas. Y por tanto existen incentivos a organizarse como minoría. El votante altruista racional elige la mejor opción tras el velo de ignorancia rawlsiana, pero las minorías egoístas, que se reconocen como tales acaban teniendo un poder desproporcionado. El nacionalismo, el etnicismo, o el interés mercantilista siempre tendrán ventaja en democracia; mas o menos dependiendo del sistema electoral, pero mucho en todo caso; desde luego, no es fácil organizarse como minoría, pero dentro del sistema de la sociedad corporativa pequeñas fallas en la homogeneidad identitaria tienden a exacerbarse. El votante altruista rawlsiano, que es la hipótesis central de la democracia no puede sobrevivir al proceso democrático.

Nuestra democracia totalitaria (es decir, donde el poder soberano de las mayorías no tiene freno) es afortunadamente un totalitarismo inconsistente. El poder absoluto nunca llega a consolidarse, y el juego de suma negativa de la sociedad corporativa no desemboca en el GULAG. Es su única ventaja, pero no es pequeña.

Ahora bien, las consecuencias siguen siendo graves; más de lo que aparentan. El coste económico de la sociedad corporativa es alto; la democracia oscila entre dos polos: exprimir a la vaca capitalista hasta matarla o aprovecharse de ella con un mínimo de interferencia. Se observa un permanente ciclo político entre ambas opciones: en los años 70 la lustrosa vaca inglesa se ordeñó sin piedad, pero cuando el resultado fue evidente, las fuerzas del sentido común prevalecieron en el thacherismo. En conjunto, el votante (en una sociedad educada y con amplias clases medias) reacciona con cierta elasticidad a los desastres macroeconómicos.

Pero los efectos de largo plazo funcionan según el principio de la cocción de la rana: si se hace lentamente, la rana no salta del cazo. Por eso las fallas económicas estructurales pueden persistir indefinidamente; España se acostumbró en los ochenta a tres millones de parados, y sigue sin protestar ante unas leyes del alquiler que han destruido el mercado de la vivienda y han contribuido a dañar casi irreversiblemente su futuro demográfico. Inglaterra toleró durante más de un siglo el arancel del trigo. La escandalosa PAC no ha provocado una justa oleada de violencia política. Sesenta años de colectivismo educativo han dañado casi irreversiblemente el capital humano y la autoconfianza cultural en Occidente.

En conjunto, la sociedad corporativa permite la acumulación de daños sociales estructurales: como el cuerpo humano, la democracia se defiende bien de las infecciones agudas, pero acumula metales pesados. Cuando la enfermedad pasa de aguda a crónica la democracia se limita a acomodarla. Surgen a su alrededor los intereses correspondientes.

Llegados a este punto el lector quizá espera soluciones; quizá, como Hans-Herman Hoppe, una propuesta antidemocrática; quizá como Hayek una propuesta de reforma constitucional. En lo que se refiere a las alternativas a la democracia,todas son peores que la enfermedad: la autocracia romana, nacida con las mejores intenciones y bajo los auspicios de la Constitución, degeneró primero en una feroz dictadura militar, y después en una lista interminable de guerras civiles. Las oligarquías, ya sean del privilegio o del mérito, pueden ser mortalmente competentes, pero son también mortalmente explotadoras. El problema del poder es esencialmente irresoluble: la elección colectiva implica ciclos de degradación social; si el lector juguetea con fantasías anarquistas, el fantasma hobbesiano le despertará de su sueño.

Por el lado de la reforma institucional, las perspectivas son más seductoras: también más decepcionantes: es fácil diseñar sistemas institucionales para proteger a la democracia de sí misma; no obstante la sostenibilidad de estos sistemas difícilmente es compatible con los incentivos reales.

Las ideas tienen consecuencias; las consecuencias de las ideas tienen consecuencias ideológicas. Llegados a este punto el lector sospecha un nuevo punto fijo; otro equilibrio social. En efecto: la infraestructura material, construida de intereses y la superestructura ideológica acaban convergiendo. No de la forma causalista que sospechó Marx; probablemente la ideología cambia más la estructura de intereses de lo que los intereses alteran la ideología.

La sociedad corporativa tiene su ideología: la ideología de la corrección política. Una sociedad dividida en grupos de presión en un permanente juego de combate y alianza no se puede permitir ni la uniformidad totalitaria ni la libertad de expresión. La expresión en la sociedad corporativa no es expresión de ideas, sino expresión de intereses. Bueno, esto también es una idea; probablemente un mala idea.

La esencia de la ideología de la corrección política es que el consenso sustituye a la verdad. Desde el punto de vista positivo la ideologia de la corrección política consiste en la sustitución en el campo de la ideas del método científico y del principio de verdad objetiva por el nihilismo epistemológico y la teoría de la doble verdad. En el campo político la academia cultiva una ideologia del odio a las clases medias desorganizadas en nombre de las minorías organizadas.

¿Por qué las minorías académicas han roto con dos siglos de Ilustración para entregarse de nuevo a la Escolástica (y precisamente a la Escolástica primitiva)? En corto: porque pueden. El intervencionismo y el colectivismo han sido mucho más intensos en el plano cultural que en ninguna otra área de la vida social. Y no solo porque la educación sea gratuita, sino sobre todo porque se presta en régimen de puro socialismo, sin apenas competencia. Las advertencias de Friedman y Hayek, que parecían exageradas en los años 60 se quedaron cortas. Y la propuesta del cheque escolar parece hoy más importante que nunca.

Liberados de toda responsabilidad con el público y con los mecenas privados (al menos en el campo de las humanidades) queda la responsabilidad con los políticos y con sus pares académicos. El campo para los derridianos, el feminismo académico y el racismo anti-blanco institucionalizado estaba abierto.

En general, la censura de los grupos de presión no ha parado de empeorar: Steve Pinker describe en “La Tabla Rasa” la persecución contra los realistas psicológicos en Estados Unidos. En Europa la negación del Holocausto es delito, y pronto veremos a algunos ir a la cárcel por defender a Israel. En el campo de la ciencia económica la fortaleza del paradigma neoclásico ha dificultado mucho más la aparición de poli-logismos. Pero salirse del guión en el debate académico sobre la inmigración y sobre el tratamiento de la delincuencia (y mucho más sobre la combinación de ambos) es un billete seguro hacia el ostracismo académico y profesional: no digamos ya la intrínsecamente controvertida cuestión del Islam, o las diferencias cognitivas entre razas o sexos. Las instituciones públicas infringen permanentemente la Constitución para amordazar a los altos funcionarios; los altos directivos están igualmente atados de pies manos por sus jefes y en la academia la divergencia es perseguida colegiadamente.

El flujo de información e incentivos es la savia de la sociedad. Por eso cuando en una sociedad los individuos dejan de decir lo que ellos piensan para decir lo que sus oyentes quieren oir, el camino de la decadencia está muy andado.

Bien, cuando el Islam moderno llega a Europa se encuentra con una sociedad facciosa, corporativa y estatalista hasta niveles bizantinos y con una clase intelectual dedicada al bizantinismo.

En buena lógica, esperan confiados la Caída de Constantinopla.

[1] El loro economista respondía a todas las preguntas “oferta y demanda”

PD.-Democracia islámica: un hombre, un voto, una vez.

28 Comments:

At 1:32 p. m., Anonymous Anónimo said...

Joder Kantor, después de un mañana entera leyendo bizantinismos te agradezco enormemente este post.

 
At 1:47 p. m., Blogger Iracundo said...

Después de largo tiempo ausente Kantor vuelve y hace honor a su regla de excelencia escribiendo un post excelente. Gracias.

Otra cosa: acepto el uso del término "democracia totalitaria" pero no crees que se trata más bien, en Europa sobre todo, de partitocracia. Estoy de acuerdo en el descontrol del poder, ¿pero acaso el modelo democrático no ha perdurado más y de forma más "pura" en EEUU? Obviamente tal hecho no se debe a factores puramente políticos o institucionales, pero algo tendrá que ver. Creo que las partitocracias favorecen mucho más la irresponsabilidad del votante que mencionas en tanto el sistema no liga al ciudadano con la elección de los representantes (con nombre, cara y programa particulares) sino con partidos políticos cuyos programas son casi siempre alejados de la esfera de inmediato interés del ciudadano que vota. Es natural que bajo tales circunstancias la nación se convierta en populacho y que la atracción del voto cada vez se deba efectuar más a costa de la excitación de fantasmas sectarios o de, como hace nuestro querido ZP, provocar el "frentismo" o la guerra civil entre sus conciudadanos. Por esto creo que una mayor aproximación entre la causa y el efecto mejoraría el despropósito político en que se ha convertido España, al menos. Creo por tanto que la democracia aún tiene algo que ofrecer a España. Ello no quita que esta partitocracia bautizada de democracia sea eminentemente totalitaria y desenfrenada dado que hay unidad de poder y separación de funciones: de hecho la transición española, tema sobre el cual tu análisis podría ser conveniente, es un ejemplo obsceno de cómo los antifranquistas y neo-no-franquistas se repartieron entre sus respectivos partidos el poder de Franco llamándole consenso. Este poder es ilimitado esencialmente, a nadie engañan que no quiera engañarse, y como en el caso de Franco lo único que nos defiende de él es "el signo de los tiempos". Como Toqueville dijo, bajo el gobierno sin control la única defensa posible es la prensa...

Salud y libre comercio

PS: ¿podrías dar ejemplos de "bizantinismos"?

 
At 2:50 p. m., Anonymous Anónimo said...

"¿pero acaso el modelo democrático no ha perdurado más y de forma más "pura" en EEUU?"

No está mal, y supongo que prefiero su sistema, pero basta ver el número de lobbies en Washington, y la demagogia de izquierda y derecha para concluir que están mejor, pero que las leyes generales de la degradación democrática tambien les afectan.

"Creo por tanto que la democracia aún tiene algo que ofrecer a España"

Si, claro: por falta de alternativas. La democracia es el mejor sistema político, pero es necesaria una permanente lucha ideológica para que no se desplome.

Por lo demás me gusta la Transición: significó un triunfo(parcial) de la política de la realidad sobre la política simbolista (demagogia). Es mucho mas grave que los afortunados herederos de aquel sentido comun lo estemos abandonando.

Bizantinismos? El fudamentalismo de los derechos humanos, el principio de no agresión o el imperialismo democratizador.

Como regla general todas las formas de política que permiten tener una opinión sin preocuparse de los hechos.


Kantor

 
At 3:23 p. m., Anonymous Anónimo said...

La política simbolista no necesariamente es demagógica.

En realidad, un estado democrático no lo sostiene la policía ni el ejército ni los burócratas ni tampoco las leyes, sino valores, ideales de los que vive la ciudadanía, para los que alientan, sufren y trabajan los ciudadanos, y desde los cuales les nace o les muere la capacidad de sacrificio, concordia, fraternidad y justicia.

Si no hay base común de conciencia moral ni de reconocimiento social de obligaciones respecto al vecino, entonces el estado democrático se convierte en mera proclamación desiderativa.

¿Cuál va a ser la placenta comunicadora de las sociedades europeas: el orden biológico, la racionalidad, reducida a "razón científica", la mera facticidad de la coexistencia…?

Estamos ya en el fondo a merced de la violencia que irán imponiendo sucesivamente los intereses de los grupos económicamente poderosos, las masas en la calle, el Estado con un orden policial, las leyes sin un fundamento ni reclamo que les legitime, el Ejército, si llegamos a eso, con unos tanques o la presión social de una etnia, o los yihadistas con horrores aún inéditos…

Sin cultivo y reconocimiento público de valores fundamentales, tampoco puede haber defensa posible de derechos "fundamentales". El cadaver no se queja de los gusanos que lo devoran porque él los cría.

Prevalecerán entonces sin más los grupos étnicos dominantes en cada momento y lugar, decidiendo sobre fines y medios, formas de muerte y de vida.

 
At 3:30 p. m., Anonymous Anónimo said...

El caso catalán, aquí.

 
At 3:33 p. m., Blogger Wonka said...

Kantor, supongo que tu solución (parcial, a ver qué pasa) es seguir liberalizando mercados, incluyendo el educativo y el cultural, ¿no? Sólo de esa manera tendremos más dosis de realidad (y menos de política simbólica) en nuestras vidas, y más capacidad para discutir con conocimiento de causa y para contrarrestar las derivas totalitarias de los políticos. Más mercados (o equivalentes) para que las conductas no sean gratuitas (irresponsables) y las palabras tengan consecuencias. Me apunto a esto.

 
At 3:45 p. m., Blogger Iracundo said...

No creo que el imperialismo sea un bizantinismo sino que como bien denuncia Niall Ferguson la adopción de una mentalidad imperialista en EEUU que no se escude en pobres coartadas pasajeras y que permita dar solución tanto al tema del islamismo como amenaza y al de África como lacra. La supresión de estos dos hechos derrumbaría en gran medida las políticas izquierdistas de welfarismo transfronterizo: que hoy día se presente cual dogmas y que como bien sabemos no dan solución alguna sino que hacen crecer a los violentos y padecer a los hambrientos. No es bizantinismo, si te referías a eso. Si con tu alusión a la cuestión imperial te referías más al apellido que le pones al mismo (democrático) estoy más de acuerdo puesto que la democracia no es posible siempre y, a veces, es hasta indeseable (por un tiempo). Pero desde luego el imperialismo que yo por mi parte defiendo se mueve por razones éticas, sí, pero también estratégicas. ¿O acaso eres de la opinión de que mediante el mero comercio pueden suprimirse tiranías alocadas y demás desafíos a los derechos de los individuos? No, hace falta la amenaza y en ocasiones la agresión sistemática. De hecho, la política de apoyo a dictadores locales no ha sido (ni parece que será) un éxito, como tampoco la de intervención directa claro. Habrá que buscar una fórmula de intervención directa que no se subordine a motivos electoralistas: el 11-S ha producido un "consenso", parcial y temporal parece, en cuanto al apoyo a una misma política exterior agresiva por todas las facciones (en los debates pre-presidenciales sólo llama la atención el ala radical de los respectivos movimientos: el resto se muestran de acuerdo, ya sea tímida o cínicamente, en mantener la escalada efectuada en el exterior. Que el advenimiento de un deliberado imperialismo americano sea difícil o complicado no convierte el desearlo y exponerlo en una cuestión bizantina sino, usando el símil, más bien otomana.

Por otro lado, como señala el último comentarista, es necesaria una base axiológica para todo sistema. Y esa base aún siendo escépticos en lo político no ha de ser sino democrática. De lo contrario nos enfrentamos a convertirnos en anarquistas o en nihilistas, como tú mismo apuntabas. Se trata de mirar al cielo pero sin despegar los pies del suelo. Sin ello los humanos no funcionamos ni podemos poner a los demás a funcionar.

Salud y libre comercio

 
At 8:45 p. m., Anonymous Anónimo said...

Por orden;

Wonka. la liberalización en un sentido amplio está bien, ya que reduce el campo de la acción colectiva; pero la cuestión es que existen incentivos a todo lo contrario; afortunadamente el socialismo productivo está mal visto; pero la compra de votos y la politica de la identidad van a peor.

Isidoro: en primer lugar, y lo más importante: America no es un Imperio, sino una Hegemonia.

¿por que no me gusta la palabra imperialismo?

Porque implica métodos caros e inefectivos, como mandar los tanques, en lugar de medios baratos y eficientes, como la agitación revolucionaria, la desestabilización política, el soborno, la alineación de intereses con las burguesias dominantes y en general todos los métodos de la Guerra Fria.

Kantor

La cuestion está clara: la CIA o los Marines; en general prefiero la CIA, aunque soy consciente de que a veces solo quedan los Marines.

 
At 9:02 p. m., Anonymous Anónimo said...

Buenas. Kantor recojo un fragmento de tu ultima exposicion.

..En esas condiciones, donde el votante responsable y el irresponsable reciben el mismo pago, la política se convierte en una rama de la industria del espectáculo. El votante infantil y el político payaso son el producto natural de estos incentivos perversos... Kantor

Has omitido la relacion causal entre ambas afirmaciones. De todos modos no creo que ni siquiera de una forma puramente teorica se pueda explicar razonadamente el fenomeno de envilecimiento en la politica por una cuestion del incentivo de los votantes, en su lugar habria que enfocarlo quizas desde un punto de vista de incentivos en la clase politica.

Saludos

 
At 10:49 p. m., Blogger Iracundo said...

Kantor, creo que tus medios eficientes de control e influencia política cojean en dicha eficiencia en no pocos escenarios. Me explico.

Los británicos controlaron la India mediante el uso del poder indirecto, utilizando a marionetas de entre las clases altas hindúes, pero siempre tuvieron fuerzas militares (aunque fuesen mayoritariamente nativas) bajo su mando directo: con lo cual se aseguraba la lealtad de los majarajás y demás reyezuelos. Así se pudo dar un relativo avance al país.

Los americanos han empleado sistemáticamente las herramientas que tú juzgas como mejores que una ocupación duradera y no han tenido éxito. ¿La causa de ello es la misma que la que ha conducido al fracaso de sus ocupaciones militares abiertas? Tal vez, es posible. Pero lo cierto es que siendo la diplomacia, los sobornos y la agitación política los medios que más emplearon los americanos en su influencia sobre países extranjeros se puede atribuir la parte del león del fracaso precisamente a ese modo de actuar.

Pero al margen de esto sucede que esas clases dirigentes pudiesen ser incontrolables, como de hecho lo fueron (Noriega y toda la incontable serie de maníacos a los que los americanos pusieron en el poder para luego removerlos o desentenderse ante sus desmanes) en muchos casos de post-intervención indirecta americana. Hay unos cuantos éxitos (Pinochet y otros) pero la mayor parte de ellos resultaron monstruos a los que acabaron por ignorar o liquidar. Sin duda bien pudieran ser los americanos unos profesor Frankenstein de lo geopolítico aunque juzgo más acertada la definición de Niall Ferguson, que los califica de "teleadictos de la estrategia". Se desentienden de sus criaturas, es un hecho. La clave para que esto no suceda es la asunción de un papel claramente imperialista: papel que no tuvieron problema en asumir cuando lo hacían en nombre del antiimperialismo. Si lo que necesitan es una coartada... ¿qué mejor que la amenaza del islamofascismo?

Por esto yo pienso que la estrategia de lo indirecto ha de ser acompañada de una amenaza creíble de intervención duradera en cualquier eventualidad: tal como hacían los británicos. Una estrategia meramente interventora, como la actual, de "ahora entro, ahora me voy" no consigue apoyos en las zonas intervenidas y no genera ningún miedo entre quienes están dispuestos a esconderse en grutas hasta que los yankees se vayan (y esto lo sabes tú bien). A esa intervención desinteresada y con vocación temporal, tan reconocida por los enemigos de EEUU, Kaplan la ha definido acertadamente como "gruñidos imperiales": tal como reza el título de su último libro. EEUU, si no adopta un papel imperial comprometido (en algún lugar) perderá toda credibilidad. Debe potenciar asimismo su ejército, patéticamente colosal en cuanto a material y corto en cuanto a hombres, puesto que sus actuales compromisos (en números totales realmente pequeño, por otra parte) hacen imposible que intervengan en Irán, y éste lo sabe. Como ejemplo de esta falta de implicación baste decir que la estrategia actual norteamericana impone que por cada unidad que esté en ultramar debe haber otras dos en EEUU: lo que no tiene otro sentido que el de la "degeneración corporativa" que denuncias...

Y en cuanto a África, como sugería, no creo que haya burguesía alguna sobre la que construir gobiernos títeres efectivos y no fallidos. Creo que no hay región del mundo donde esté más claro que hace falta enviar un ejército para pacificarla.

En definitiva, Kantor, no creo que la política indirecta sea creíble o útil cuando se abarca una escala como la que ocupa a los EEUU en estos momentos. Tal vez fuese terriblemente necesaria cuando el conflicto abierto era imposible (y respecto a las guerras limitadas y faltas de compromiso ya sabemos como acaban: con un armisticio ignominioso, porque para EEUU todo lo que no sea victoria es ignominioso). Pero hoy no hay tales restricciones y EEUU debe de actuar, como dices, de forma eficiente: y jugar a poner y quitar sociópatas del poder ya no es del todo adecuado o necesario, si es que lo fue alguna vez.

Salud y libre comercio

 
At 10:56 p. m., Anonymous Anónimo said...

A ver, la cuestión que intento responder es ¿porque la clase política puede envilecerse asi, mientras que por ejemplo, la clase empresarial (en ausencia de coacción mercantilista) no puede hacer eso, porque es suavemente sustiutida por un consumidor responsable.

El votante no es realmente responsable. Esa es la falla esencial de la democracia; de la decision colectiva, para ser mas exactos. Y a partir de ahí, esa debilidad poco a poco degradan la democracia.

Kantor

 
At 11:17 p. m., Anonymous Anónimo said...

1º Bien que quieras racionalizar el hecho del envilecimiento de la clase politica, pero NO presentas una relacion causal necesaria que justifique tu racionalizacion ya te señale.
¿Por que el hecho que un votante irracional perciva los mismos incentivos que uno que es racinal va ha hacer del racional y un votante irracional?

 
At 11:22 p. m., Anonymous Anónimo said...

Voy a plantearte una situacion. Vives con tus vecinos en un lugar y despues de mucho investigar por los alrededores has encontrado una mina de oro, sabes que si vas a por el oro los vecinos te veran y se aprovecharan de tu hayazgo, y sabes tambien que si no vas no podras disfrutar del oro. ¿Que haces? Pues ir aunque te vean.

 
At 11:40 p. m., Anonymous Anónimo said...

(disculpas por las faltas de ortografia y diferentes erratas)

2º A la pregunta que planteas ....¿porque la clase política puede envilecerse asi, mientras que por ejemplo, la clase empresarial (en ausencia de coacción mercantilista) no puede hacer eso?..... Kantor.

Creo que la respuesta en terminos teoricos es que mientras que el empresario es competititivo, el politico no lo es.

 
At 2:13 a. m., Anonymous Anónimo said...

Dejando aparte que el "individualismo metodológico" es precisamente un severo cuestionamiento de la teoría social, de la "sociología", yo sólo pondría un "pero" de momento, y tiene que ver con la educación.

La cuestión es que "liberalizar" la educación, a través del cheque escolar u otros métodos, no tiene por qué resolver el problema del relativismo cognitivo, el nihilismo de los valores o el desprecio general por la "realidad" que es fácil observar en la educación de hoy. EE.UU posee , por ejemplo, una red de escuelas privadas que están reforzando la educación religiosa en perjuicio de la educación científica. Y el resultado es que medio país dice no "creer" hoy en la evolución, mientras que incluso políticos de "izquierdas" que llevan la bandera de la razón (pienso en Al Gore) reivindican la enseñanza del creacionismo como "alterntiva" en las escuelas.

Por supuesto, no estoy negando que tengamos un problema nosotros, aquí y ahora, con esa educación "colectivista", pero apunto que la "desestatización" de la educación no tiene por qué ir acompañada, por si sola, de un mayor respeto por la realidad y la ciencia.

Saludos.

 
At 12:01 p. m., Anonymous Anónimo said...

Se puede ir contra los intereses más generales y legítimos de muchas maneras y la extensión del mal ocasionado depende del carácter de la operación o del proceso productivo: desde organizar la vida familiar hasta el gobierno de amplios e importantes sectores de la industria o la gestión de obras públicas.

Juegan en todo ello la falta de atención y de esfuerzo del gestor, supervisor o gerentes de las subcontratas; el deseo de ganar dinero fácil, dejarse sobornar, vender barato para ganar clientes en competencia desleal - lo que luego va a hacer que éstos, por los resultados y los imprevistos, paguen más caro - , y el deseo o las presiones para satisfacer intereses, no profesionales ni legítimos, convergentes y sesgados: lucrativa connivencia o complicidad (todas las partes conciertan o actúan permisivamente para lucrarse más de lo debido), habilitación o calificación / descalificación de terrenos en detrimento de las conveniencias generales, o tendencia de hecho monopolística que puede adquirir tintes cuasi-mafiosos al controlar precios, establecimientos o distribución.

Y mucho de esto procede de realidades tan corrientitas como la ambición, la negligencia o la improvisación. La primera procede del egoísmo principalmente, y las dos últimas (en asuntos menos públicos, pero alguna vez también en éstos) del hedonismo, de la tendencia a tomarse el menor trabajo, o el interés prevalente por beneficios propios e inmediatos (muy lejos de la intención que debiera ser dominante por el bien general o la eficacia requerida para llevara efecto las gestiones u obras oficial y profesionalmente encomendadas)...

Cuando tales valores dominan en una sociedad y, consecuentemente, en una clase administrativa y gestora, unidos a la falta de la llamada “honradez”, provocan una decadencia generalizada que hace bajar el nivel y la calidad de la vida pública y conduce a desconfianza judiciaria y empresarial, deterioro del crédito social, desorden urbanístico, falta de limpieza, contaminación y, como consecuencia de la permisividad, inseguridad ciudadana.

Si en una sociedad las motivaciones prevalentes y las intenciones de la mayoría (incluidos los gestores de la cosa pública y de la administración de justicia) se hallan dominadas por la comodidad, el hedonismo o el lucro, no tarda en notarse en ciertos rasgos casi visibles a lo DORIAN GRAY: el desorden urbano, incluida la contaminación, el prematuro envejecimiento de los edificios y sobre todo la poca fiabilidad de los funcionarios y del personal de la justicia. Todo ello acaba por amenazar con fallar, a pesar de que en otras circunstancias anteriores fuesen todavía fiables a toda prueba.

Cuando se generaliza a todos los niveles el deseo o la intención de disfrutar lo más posible de la vida y en el paso por la vida y tal deseo adquiere una vigencia que ya no se cuestiona, todo el mundo se agolfa y, mientras se sancionan excesivamente pequeñas infracciones, como “antes”, otras más graves pasan inadvertidas: se produce una desproporción mareante entre diferentes actitudes de la justicia y de la autoridad según infracciones, áreas… y personas.

Y como el mundo real es esto, el mundo real va decayendo.

 
At 5:12 p. m., Blogger Citoyen said...

Tu argumento es horriblemente individualista, si me permites. :P

Una de las infraestructuras que garantizan la sostenibilidad del marco instituciones es precisamente la política de las identidad. Son esas políticas las que garantizan la cooperación en el medio largo plazo y las que forman votantes responsables.

Por eso, el cheque escolar puede ser una pésima idea. Como ciudadanista creo qeu la escuela debe formar ciudadanos informados (o capaces de informarse) y responsables y que la religión de lo políticamente correcto es la única que merece la pena. Los argumentos políticamente incorrectos pueden ser ciertos, pero lo más corriente es que no lo sean: date una vuelta por libertad digital o elplural, o por la sección de economía de cualquier periódico francés.

Eso, no ocurre cuando se el Estado se encarga de promocionar las virtudes republicanas, que es el nombre técnico para hablar de lo políticamente correcto y entre las cuáles debe encontrarse, sin ninguna duda, el espíritu crítico y el respeto de las opiniones disidentes, pero también, el espíritu de cuerpo, el altruismo o la solidaridad.

En el pasado, estos valores se sostenían sobre el principio del nacionalismo, hoy es necesario otro elemento federador que sea mas estético. Yo apuesto por la socialdemocracia (en sentido europeo) o la democracia liberal (en sentido americano) los derechos humanos y otras. Aunque quiero recordarte una cita de Jaime CAmpany:

Me acuerdo ahora de una anécdota de Agustín de Foxá políticamente incorrecta, de una incorrección política absoluta y vergonzosa. Pronunciaba Foxá un discurso en un teatro de Chile durante los años del franquismo. «El español es el último hombre sobre la tierra capaz de morir por el honor», enfatizaba el orador. «Aquí, en Chile, morimos por la democracia», le interrumpió un espectador. Apostilló Foxá: «Eso es lo mismo que morir por el sistema métrico decimal». Bueno, pues morir, no por España, sino por el Estado español, debe dar la impresión de que muere uno por el trópico de Capricornio o por el Océano Glacial Ártico. Yo tengo la vieja idea de que por la patria se muere, y por el Estado se cotiza.

 
At 12:18 a. m., Anonymous Anónimo said...

"Los argumentos políticamente incorrectos pueden ser ciertos, pero lo más corriente es que no lo sean: date una vuelta por libertad digital o elplural, o por la sección de economía de cualquier periódico francés"

Es evdente que LD hay un poco de payasismo, pero me temo que suelen tener razón: es decir, señalan
un monton de problemas de degradación social que nadie más se atreve a apuntar.

Lo politicamente correcto es: feminismo de cuota (mortal), antiracismo naive (es decir, todas las culturas son iguales y todos podemos convivir como en Star Trek), buenismo, nurturismo, antiliberalismo (el capitalismo es malo, o al menos inmoral) y pacifismo.

Todas ellas son ideas autocomplacientes y falsas.

En cuanto a la política de la identidad, es irracional, y no contribuye a crear valores republicanos: los valores republicanos están basados en el indivudualismo, y en la definicion de interes colectivo como la suma de intereses individuales; lo contrario es un campo abierto a la deificación del Estado, al nacionalismo y al irracionalismo.

Por lo demás el cheque escolar generará algunos monstruos, pero confio en la selección natural para que no sean habituales; de todass formas creo en un sistema de cheques y revlaidas: el Estado decide lo que "hay que saber" y los colegios compiten por enseñarlo.

Kantor

 
At 9:41 a. m., Blogger Citoyen said...

Discrepo.

Honestamente, creo que el fenómeno de la corrección o la incorrección es transpartidario:
http://auxarmescitoyens.blogspot.com/2007/05/apologia-del-pensamiento-unico.html
http://www.socialdemocracia.org/content/view/1046/85/ no creo que "las feministas son malas y nihilistas, en libertad digital señalan la degradación social". La teoría de los supply-siders en EUA fue durante los años ochenta la corrección política que mandaba y no por eso dejaba de ser falsa (o eso dice paul krugman). Tu proyecto de sustituir una corrección política por otra no me parece muy edificante.

En cuanto a los valores republicanos, convengo en que deben ser eminentemente individualistas, aunque no sé como interpretas ese término. si se trata de individualismo ético estamos de acuerdo, pero si se trata de un individualismo egoista no. La moral individualista-realista-utilitarista (pienso en esa que tiene como modelo de triunfador a mario conde) es un billete hacia el suicidio social. So riesgo de decir una tontería te diría que términos de teoría delos juegos lleva a que la gente deserte y no coopere (qué es lo que hace que la gente apueste por la redistribución de la renta o la política social en una sociedad con amplias clases medias que no están interesadas en ellas? sin embargo, eso no quita para que la política redistributiva sea justa en términos rawlsianos).

En cuanto al cheque, si es un cheque con reválida me parece bien. Aunque sigo siendo reticente, tu visión de la educación es la de la "instrucción pública" es decir, adquirir conocimientos y habilidades. Sin embargo, la educación también es un sistema de formación de valores. Los franceses no llegaron a ser republicanos ni españa así de católica por arte de magia (yo apuesto por inculcar la promiscuidad femenina en las escuelas, qué te parece? :P).

Un saludo

(PD: recibiste mi sms? me hallo en la madre patria)

 
At 1:22 p. m., Anonymous Anónimo said...

"el Estado se encarga de promocionar las virtudes republicanas, que es el nombre técnico para hablar de lo políticamente correcto"

Hombre, Citoyen, lo políticamente correcto y la virtud republicana vienen a guardar la misma relación que la redistribución forzosa de renta y la solidaridad: entre poca y ninguna, si no es como caricatura o corrupción.

 
At 2:06 a. m., Anonymous Anónimo said...

¿La lustrosa vaca inglesa?
Despues de la guerra mundial Inglaterra salió como un pais arruinado. EEUU le pidio el cobro de los prestamos que le habia hecho durante los años que no intervino en la guerra. Su imperio maritimo había acabado definitivamente en lo que a ingresos se refiere, pero había aún de mantener una costosisima presencia por medio mundo. En ese clima decidieron dar la patada al Churchil, bueno en las grandes ocasiones y pesimo para los dia a dia (vease su decision de volver al patron oro antes del crack del 29 al nivel anterior de la primera gran guerra) y montar la seguridad social y todas las reformas del estado de bienestar que hicieron posible que el pais aguantase lo que luego les vino. La vaca inglesa llevaba renqueando treinta años en los 70 y habia durado tanto gracias a las politicas sociales de los gobiernos laboristas. Thatcher tuvo por un lado la fortuna de que apareciese petroleo en el mar del norte y por otro vendió el parque de viviendas sociales heredadas de los esfuerzos anteriores (cinco millones de viviendas sociales ya construidas) para financiar el primer y el segundo booms (seguidos de cerca por estrepitosos busts) de sus politicas economicas. Thatcher es el personaje mas odiado del reino unido sin competencia viva. Ni el partido conservador se atreve casi a reivindicarla.

 
At 7:52 p. m., Anonymous Anónimo said...

Entonces,querido,¿quién la votaba?
Fueron "las políticas sociales"las que hundieron Inglaterra en la pobreza.

 
At 12:31 a. m., Anonymous Anónimo said...

Thatcher es el personaje mas odiado del reino unido sin competencia viva.

Quiza tambien crees que Aznar es el español vivo mas impopular; pero diez millones de Españoles le apreciamos bastante.

Ni el partido conservador se atreve casi a reivindicarla.

No hace falta: ya la reinvidica Blair.

 
At 12:40 a. m., Anonymous Anónimo said...

" Bien que quieras racionalizar el hecho del envilecimiento de la clase
politica, pero NO presentas una relacion causal necesaria que justifique tu
racionalizacion ya te señale.
¿Por que el hecho que un votante irracional perciva los mismos incentivos
que uno que es racinal va ha hacer del racional y un votante irracional?"

La triste cuestión, el fallo central es este: el votante racional a la Nash, como sabe que no puede cambiar el resultado de la elección, ni se molesta en votar.

El votante rawlsiano, es el que haría que el proceso democrático funcionase: pero no es racional, al menos en términos de la Teoria de Juegos.

Afortunadamente hay mucha gente que no es racional en el sentido fuerte, sino que vota racionalmente "desde el punto de vista del bienestar colectivo".

Pero al contrario que en el caso del mercado, que solo depende del egoismo aqui hace falta una actitud que el sistema no recompensa: la democracia no crea incentivos eficientes.

"Voy a plantearte una situacion. Vives con tus vecinos en un lugar y despues
de mucho investigar por los alrededores has encontrado una mina de oro,
sabes que si vas a por el oro los vecinos te veran y se aprovecharan de tu
hayazgo, y sabes tambien que si no vas no podras disfrutar del oro. ¿Que
haces? Pues ir aunque te vean."

Pues si descrubrir la mina te cuesta cero, si. Ahora piensa que tienes que invertir para descubrir una mina de oro: teniendo en cuenta que no puedes quedarte mas que con una pequeña fraccion del beneficio, ¿cuanto estarias dispuesto a invertir? Mucho menos que si te lo quedas todo.

 
At 12:53 p. m., Blogger Germánico said...

Ay, Kantor, la información es poder y el poder desinformación. Pero, como diría Bogart en Casablanca: "siempre nos quedará internet".

Es un placer poder leer artículos de esta factura y con tanto fondo de honestidad intelectual -irremediablemente unida, esta, a la independencia.

Seguiremos escribiendo lo que nos venga en gana, y siendo leídos por quien nos busque, mientras las fuerzas corporativas permanezcan desunidas contra su común enemigo en la red (que es la red).

Bienvenida la trasparencia, aunque para encontrarla haya que desbrozar un poco en la selva.

 
At 3:16 p. m., Anonymous Anónimo said...

Veamos:


*"La triste cuestión, el fallo central es este: el votante racional (a
la
Nash), como sabe que no puede cambiar el resultado de la elección,
ni se
molesta en votar."*

En una votacion de 4 personas donde cada una de ellas no puede negociar con el resto su voto, se da una situacion similar sino fuera por una cuestion embergadura. El votante votara pues aunque su voto no es DECISIVO, puede (posible) cambiar el resultado de la eleccion.

*"Pero al contrario que en el caso del mercado, que solo depende del
egoismo
aqui hace falta una actitud que el sistema no recompensa: la
democracia no
crea incentivos eficientes."*

Puede ser que la participacion democratica no crea los incentivos que crea la participacion en un sistema economico y si no es asi, podemos aceptar valores arbitrarios para un tratamiento teorico, pero NO PRESENTAS la cadena causal que relacione unos bajos incentivos con un envilecimiento de la politica.

De hecho tal y como señalas unos bajos incentivos repercuten en una baja asistencia a las urnas, pero no argumentas que necesariamente deba de repercutir en corrupcion politica.

Ganara siempre la opcion politica que mejores incentivos sea capaz de presentar, ello implicaria que los partidos presentarian programas sencillos, el acceso de estos programas al votante sera facil de modo que no sea para el como andar buscando casa.

En el ambito de la realidad, el problema de la democracia no es el 60% de participacion que puede darse en una eleccion sino la corrupcion que la impregna y que ademas GENERA gran parte de la baja participacion (descontentos con la democracia, perdida de credibilidad).

Volviendo al asunto de la mina de oro.

1º La mina de oro se descubre sin esfuerzo
2º La mina de oro se descubre con esfuerzo

Has apostado por la segunda y teniendo en cuenta que era un simil al sistema de programas politicos. Tendiendo en cuenta que debido a los incentivos que obtienen los partidos al hacernos llegar sus programas estos haran que descubramos la mina de oro con un esfuerzo nimio, cuñas televisivas, radio, postales navideñas. etc Es posible concluir que aquel que se haya tomado la molestia de dejar el sofa e ir 300 m a las urnas para recoger un minio incentivo, con mas razon se habra parado a sopesar un instante los diferentes programas puestos al alcance de cualquiera. Por tanto cabria esperar que esa fraccion de la poblacion que ha ido hasta las urnas, gastandose su gasolina incluso, tubiera un voto racional.

 
At 11:40 a. m., Anonymous Anónimo said...

El caso de Fingolfin puede ser un exponente de la degeneración del sistema. Aún mantiene la coherencia en el discurso, pero su ortografía muestra signos claros de deterioro. ¿Por qué una persona que piensa bien en un idioma lo escribe mal? Porque un poder corporativo ha tomado decisiones en nombre de intereses egoístas. El ejemplo pide disculpas, pero no toma medida alguna para reformarse. Así, su destino lógico multiplicará los efectos perniciosos y el final será la incomunicación con las personas a las que dice dirigirse. Lo mal hecho mal acaba

 
At 1:01 p. m., Anonymous Anónimo said...

Que se de una comunicacion defectuosa no es igual a que se de un envilecimiento.

No necesitas contar bien lo que has hecho, para que lo que has hecho este bien.

 

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