Santa Productividad, Ruega por Nosotros
Como la electrodinámica cuántica, la astronomía tolemaica y la relatividad general [1], la ciencia económica tiene sus propios términos de ajuste, para "explicar" lo inexplicable.
Y lo inexplicable, querido lector, es el crecimiento y la innovación. A pesar de la fama de optimismo que acompaña a la ciencia melancólica, el modelo de crecimiento neoclásico tiende a un estado estacionario (I , II), donde el producto deja de aumentar y el volumen de la inversión es igual a la depreciación del capital. Por su parte el modelo neoclásico del agotamiento de los recursos naturales, debido a Hotelling, predice un alza sistemática del precio de las materias primas, conforme el agotamiento obliga a la economía a explotar yacimientos cada vez más marginales.
Sin embargo, la tierra gira, la economía crece y los precios de las materias primas llevan dos siglos reduciéndose. Así que para no hacer el ridículo, los economistas nos hemos tenido que rendir a la evidencia, e incluir términos exógenos que den cuenta del crecimiento. En general suponemos que esos términos se deben a la presión que el mercado ejerce para la mejora permanente de los procesos productivos. El producto crece de dos formas: por movilización de los factores (incluyendo en la función de producción más trabajo, explotando más recursos naturales o dedicando una fracción superior del producto a la acumulación de capital) y por la mejora de los métodos productivos (aprendiendo a usar el mismo volumen de factores para producir más bienes valorados por el consumidor).
La primera forma de crecimiento es sencilla de expresar en forma de una función de producción/consumo/ahorro (veánse los modelos de Ramsey y Solow). La segunda parte está muy afectada de los problemas de predicción que Popper considera en la "La miseria del historicismo". Es difícil predecir la innovación, porque, bueno… es nueva.
En los años 60, la CIA, sinceramente asustada por las cifras de crecimiento de la URSS, y por la promesa de Khruchev de "enterrar el capitalismo", encargó a un grupo de economistas dirigidos por Solow que analizasen las tendencias a largo plazo de la economía soviética.
Solow utilizó una estimación econométrica de la función de producción de los Estados Unidos y la URSS basada en la función de producción Cobb-Douglas. Dividió el crecimiento (numéricamente) en tres factores: el debido a la variación de la fuerza laboral, el debido a la variación de la tasa de ahorro, y un residuo llamado "residuo de Solow", que definió de una forma magistral como "la medida de nuestra ignorancia".
A esa medida de nuestra ignorancia se la llama "productividad".
La conclusión de Solow fue tranquilizadora para sus jefes de la CIA: el crecimiento en los Estados Unidos correspondía principalmente a las ganancias de productividad. En la URSS era el resultado de una masiva movilización de los factores productivos; en consecuencia, dado que la fuerza laboral esta limitada por el total de la población de un país, y la tasa de ahorro en una economía cerrada no puede superar el 100%, el modelo de crecimiento en la URSS era intrínsecamente limitado. Los Estados Unidos seguirían creciendo, mientras la URSS estaba condenada a cambiar su modelo o estancarse. Ocurrió con la exactitud de un reloj suizo en la década siguiente. Una década después el experimento comunista fue liquidado.
España lleva creciendo por movilización de factores durante alrededor de los últimos 7 años. Ahora la fiesta de la construcción se ha acabado. Y por tanto el modelo "debe cambiar". El discurso oficial es claro: "debemos cambiar un crecimiento basado en la construcción por un crecimiento basado en la productividad". Pero querido lector, tú y yo ya sabemos que la productividad es la medida de nuestra ignorancia.
Por tanto quienes proponen ese cambio de modelo, quieren decir (literalmente) que "debemos cambiar un crecimiento basado en la construcción por no sabemos qué".
Si lo dijesen así, todos tendríamos más clara la situación.
[1] Renormalización, epiciclos y constante cosmológica.