jueves, octubre 04, 2007

Cuba y Marruecos

1.- Yates o cañones

Hay que leer a Marx, no solo porque fue un formidable escritor, sino porque se trata de uno de los más grandes científicos sociales de la Historia, siempre que le juzguemos por la magnitud de sus aciertos, e ignoremos la de sus errores. Fue Marx a quien debemos los conceptos de infra-estructura económica y super-estructura ideológica; y quien identificó el progreso tecnológico como el motor de la Historia; también describió la radical diferencia entre propiedad feudal y capitalista (que la propiedad feudal es inalienable y solo existe en ella el valor de uso, y la propiedad privada es alienable, y por tanto tiene valor de intercambio). Y en sus estudios históricos, que superan de largo su obra teórica esta la mejor descripción del proceso que convierte la propiedad feudal en propiedad capitalista, que él llamó “acumulación primitiva”, y que asociaba a fuertes convulsiones sociales e ideológicas.

La propiedad feudal no ha desaparecido: por ejemplo, los propios discípulos de Marx la restauraron en Rusia cuando ya estaba en decadencia, y los sucesores de Mahoma nunca la han abolido. En la mayor parte del mundo, el proceso de transformación de la propiedad feudal en propiedad capitalista está en marcha, porque el feudalismo, el tribalismo y todos sus primos sangrientos y absurdos no han desaparecido, y porque sufren la irresistible presión del capitalismo.

En general, desde la Inglaterra del s.XIX a la Rusia de 1989, todos los procesos de transformación de la propiedad feudal en propiedad capitalista han sido dirigidos por las clases feudales. La sensación de corrupción que genera la transición al capitalismo es, en palabras de Marx, el resultado de sustituir “un régimen de explotación, velado por los cendales de las ilusiones políticas y religiosas, por un régimen franco, descarado, directo, escueto, de explotación”[1]. En definitiva, incluso para un marxista, la transición al capitalismo no añade nada a la explotación previa, salvo claridad. Para aquellos que sabemos que el capitalismo, explotador o no, mejora enormemente la vida de las masas, la transformación de la propiedad feudal en propiedad capitalista es siempre una buena noticia.

En nuestro tiempo, el proceso se da a toda velocidad y es escandalosamente visible: las clases dirigentes de la España de Franco, la Rusia socialista o el comunismo chino han abandonado su hostilidad contra la Babel global, y han convertido los cañones que defendían sus privilegios en yates para sus fiestas. El lector quizá se sienta ultrajado al pensar que el capitalismo acepta entre sus filas sin mayor remordimiento a quienes fueron sus enemigos y los opresores de sus pueblos, pero la aristocracia de la globalización es una aristocracia de mercado, y la Ley del Precio Único erosiona sin piedad las rentas de privilegio, y genera una movilidad hacia arriba y hacia abajo que garantiza que las antiguas clases feudales tienen que aceptar el servicio del consumidor y la meritocracia o perecer ante quienes lo hacen. El mercado es la forma superior de la lucha de clases.

2.-Magreb y LATAM

El capitalismo actual es global, y la velocidad a la que se produce el crecimiento económico a nivel mundial solo puede ser el resultado de las inversiones cruzadas. Por ejemplo, las cifras macroeconómicas, que indican que China es un prestamista para los Estados Unidos, ignoran que son las empresas americanas las que instalan capital en China, mientras los flujos de capital hacia los Estados Unidos son en bonos y obligaciones, para financiar el consumo. En conjunto, las multinacionales occidentales están jugando un enorme papel en la economía del mundo no-desarrollado, y todo país rico, en esta etapa de la Globalización debe tener una clara estrategia respecto de los países de renta baja donde se van a instalar las fábricas y back-offices que deben alimentar su propia economía de los inputs de menor nivel añadido.

La Globalización es un proceso financiero en el que el capital busca su máxima rentabilidad, pero también un proceso real donde la estructura de la producción se distribuye de forma económicamente óptima entre países.

A nivel global, China se esta convirtiendo en la fábrica mundial, mientras la India es un proveedor mundial de back-office, es decir de labores administrativas y trabajo experto (la parte de menor nivel añadido en la economía del conocimiento). España es un jugador internacional modesto, pero tiene dos claras ventajas comparativas: está geográficamente cerca del Magreb, donde existe una enorme reserva de mano de obra barata, y en principio es posible externalizar hacia el sur del Estrecho muchas actividades industriales y agrarias. Por otro lado, en la economía del conocimiento las distancias no son geográficas, sino lingüístico-culturales, y la Hispano-Esfera contiene más de 400 millones de habitantes, con las enormes posibilidades que eso implica: un enorme mercado y los recursos intelectuales de millones de latinoamericanos que están a un paso lingüístico (y quizá cultural) de nosotros [2]. Los españoles que miran hacia India y China, siguen irreflexivamente las modas globales: el Magreb es nuestra China, y LATAM nuestra India.

3.-Casos prácticos: Cuba y Marruecos

Llegados a este punto, es el momento añadir a la lógica de la Economía, los datos de la Historia. Para ellos vamos a centrarnos en los que considero que son nuestras dos contrapartes económicas más naturales: en el Magreb, Marruecos, en LATAM, Cuba.

La frontera hispano-marroquí es un de los puntos del mundo con mayor gradiente de bienestar (lógicamente, también con un mayor flujo migratorio). La renta per capita (PPP) de Marruecos es de 4.956$ al año, mientras la de España es de 27.522$, es decir, un salto de un 555%, mientras que el abismo de Río Grande, que separa las dos Américas es tan solo de un 387% (México 11.249$, US 43.574$).

Al igual que Cuba, está regido por una aristocracia feudal, con su correspondiente ideología supersticiosa, aunque por desgracia, la superstición islámica cuenta con más creyentes que la comunista, dificultando la transición ideológica, y económica. No obstante, entre las élites, tanto el capitalismo como el racionalismo están bastante aceptados, y el entorno del Rey, y la clase burocrática persiguen sin demasiado recato un programa modernizador, con el apoyo, más tibio, de la mayoría de la población, y la sangrienta oposición de la minoría integrista. La correlación de fuerzas, más que en ningún otro país árabe se inclina (comentario arriesgado) a favor del Régimen. Y el Régimen, más que en ningún otro país árabe, se inclina hacia los yates.

Desgraciadamente la corrupción marroquí no solo es rampante, sino también desorganizada. El empresario acepta el coste de la corrupción como un impuesto más, siempre que sepa a cuanto asciende. Los funcionarios marroquíes, y los tribunales exigen un flujo permanente de sobornos, contingente en el éxito económico de las empresas, lo que se convierte en una especie de impuesto de sociedades fuertemente progresivo. Es una forma absurda de tasación, y si Marruecos quiere seguir el camino del desarrollo, organizar la corrupción de una forma racional y transparente es una necesidad urgente, aunque exija algunas medidas de fuerza por parte del Rey. Esto no significa que los receptores de las “mordidas” deban renunciar a su parte del pastel, sino que ese saqueo sea en la medida de lo posible limitado y centralizado. Por ejemplo una subida del impuesto de sociedades, un aumento de los salarios de los funcionarios altos y medios, y una campaña anti-corrupción dura, implicarían una mejora a la Pareto (todos saldrían ganando, sobre todo en claridad).

A nivel geoestratégico el régimen marroquí no es una amenaza para España (el contencioso sobre Ceuta y Melilla es un asunto relativamente menor, y básicamente instrumental), pero la inmigración marroquí hacia la Península es la mayor amenaza existencial que pende sobre el país. No se si a largo plazo la tendencia de una sociedad musulmana moderna es la del fascismo saudí (es una posibilidad quizá pequeña pero inquietante), pero aunque los países musulmanes converjan hacia un sincero aprecio de la libertad individual, el proceso modernizador va a ser (está siendo) traumático. En todo caso el shock cultural y el riesgo político asociado convierten a los musulmanes en los peores inmigrantes posibles. Esto es una razón más, no menos, para procurar crear puestos de trabajo en Marruecos para los marroquíes, en lugar de crearlos en España y acabar importando marroquíes para cubrirlos, a más precio que en su casa, y comiéndonos sus catastróficas externalidades culturales. Por ello, la España que apuesta por Marruecos, debe incluir en el “Grand Bargain” una sola forma de reciprocidad importante: no más inmigración, sin preguntas sobre el como. Pero eso quiere decir que cada vez que una empresa española decida trasladar su producción a Marruecos, debe verse como una bendición divina.

Mucho más en el caso de la agricultura, donde las ventajas comparativas de Marruecos son aún mayores. Por supuesto, legalizar el cannabis (una droga no más peligrosa, y más agradable que el alcohol) es una medida intrínsecamente positiva; también un favor para nuestros vecinos del Sur, que sufren el coste económico e institucional de una prohibición absurda y desacreditada (el lector no debe inferir de esto una opinión sobre otras drogas, un tema en el que soy más agnóstico). Si no puede ser, al menos el apoyo frente a los abusos de la PAC es cuestión de justicia, y de conveniencia.

La influencia española sobre los acontecimientos en Cuba es claramente menor que en el caso de Marruecos. Pero la apertura económica del país es una magnifica oportunidad para Miami y para Madrid. Bajo el actual régimen, el país se dedica a las industrias del turismo y la prostitución, dos negocios inestables, y sometidos a fuerte competencia internacional. Con esas industrias, y teniendo que invertir en cañones, no hay para yates. Hasta la muerte de Castro, la situación seguirá en su impasse sub-óptimo, pero después la realidad se tendrá que imponer. Una transición rápida a la rusa solo puede traer desgracias, frustraciones y sufrimiento. La aplicación del modelo chino, por otra parte, es una ruta segura hacia la prosperidad de todos. Pero exige el fin del embargo, lo que con Fidel, y sin concesiones de la Habana es imposible ya que mientras Cuba siga empeñada en su programa anticapitalista y su apuesta por la desestabilización geopolítica, los Estados Unidos no deben levantar el embargo. Adam Smith nos advertía a propósito del “Acta de Navegación”, que merecía la pena perder ventajas económicas a cambio de seguridades geopolíticas. Del mismo modo, una Cuba bloqueada, que tiene que gastar sus recursos en sobrevivir, no tiene margen para el aventurerismo. Dicho esto, si Cuba se compromete (creiblmente) a un “Grand Bargain” donde abandone sus sabotajes “anti-imperialistas”, el país tiene un claro futuro como back-office de las empresas españolas, y en cierto modo de las del resto de LATAM.

Contra todos los mitos, el nivel educativo en la isla es muy bajo [3], pero “muy bajo” quiere decir que los licenciados tienen un nivel educativo de un bachiller español, y una minoría significativa de ellos si tienen un nivel educativo de licenciado. En conjunto, Cuba tiene una mano de obra útil para el sector del outsourcing, y a un precio asequible. Ahora bien, una Cuba que se abre a la economía de mercado no puede ser una Cuba que solo se abre al capital extranjero, mientras reprime la formación de una burguesía local. El capital no se fiará jamás de un país donde no haya una burguesía homóloga (que es una garantía contra la involución y la expropiación), y que siga atado al marxismo real. Además, un país comunista no puede ofrecer inputs de calidad al capital extranjero: sus monopolios públicos, y su falta de tejido industrial le hacen caro y poco productivo. Por tanto, la vía cubana al capitalismo tiene que producirse mediante una apertura por fases hacia la libertad económica: limitaciones como la de no permitir más de un número de trabajadores por empresa, o un máximo de mesas en cada restaurante son absurdas en todo caso: además son incompatibles con el desarrollo, y con abandonar el nicho de “Sol y sexo” que ocupa la Isla en la economía global.

A la muerte del imbécil, y probablemente del hermano, la oligarquía tenderá a donde tienden las oligarquías: a limitar el poder del mandatario y extraer el máximo de la población. Entonces será el momento de algún político ambicioso, que para ganarse a sus pares necesitará recursos. En ese punto, Miami, Washington y Madrid deben estar preparados para ofrecer a Cuba una salida natural y provechosa para todos. Para los de los yates (inevitablemente) primero: luego para los demás.

[1] Manifiesto Comunista, Capítulo 1.
[2] La combinación de proximidad cultural y distancia geográfica ha generado una situación poco habitual en el comercio internacional: flujos enormes de factores (capital de España a LATAM y trabajo en sentido opuesto), y mínimos flujos de productos (el comercio España-LATAM es relativamente pequeño).
[3] No pongo referencias, ya que lo sé de segunda mano, y me fío tanto de las estadísticas cubanas como de las Corea del Norte