Teorema de Coase y fundamentación del Estado
En Liberalismo.org nos han obsequiado ya con varios artículos tratando de demostrar que no existen los bienes públicos. Aunque yo no soy liberal, reconozco que me gustaría que tuviesen razón. Mi utopía consistiría en una sociedad donde todos los bienes y servicios, incluyendo la defensa o la seguridad fuesen producidos en régimen de mercado, y el Estado no consistiese más que en un ordenador dedicado a hacer (limitadas) transferencias redistributivas. Que afectase la distribución secundaria de la renta sin participar en la producción.
Desgraciadamente, como tantas otras utopías, el Segundo Teorema del Bienestar tiene un montón hipótesis y el socialismo de mercado redistributivo (en oposición a socialismo productivo) no puede ser totalmente implementado. Hoy voy a explicar por qué el Estado tiene que efectuar pagos no redistributivos e incluso producir ciertos bienes.
En primer lugar, no voy a hablar de bienes públicos, sino de externalidades. En efecto, los bienes públicos, es decir aquellos que su productor no puede internalizar ganancias en absoluto son escasos. El más clásico es la defensa nacional y los libertarios reconocen que no saben resolver ese problema. No hurgare en esa herida fácil
Lo que hay son bienes con fuertes externalidades, es decir operaciones de producción que generan efectos negativos o positivos sobre terceros, que el productor “egoísta” no toma en cuenta en su plan empresarial (nótese que ya me he acostumbrado a la jerga austriaca).
El caso más conocido es el de la contaminación. Imaginemos un lago con un pescador y una industria en la orilla.
La empresa puede producir y verter residuos, con lo que afronta unos costes nulos, pero el pescador pierde 9.000.000 euros. Por otro lado puede gastar 4.000.000 euros en una depuradora.
Si la empresa tiene derecho a contaminar el lago, en principio lo hará y el pescador perderá 9.000.000 euros. ¿No? No, claro. El pescador tiene la opción de pagar a la empresa los 4.000.000 euros de la depuradora, ahorrándose la perdida de los 9.000.000. Si la empresa no tiene el derecho a contaminar, entonces el pescador no le deja hacerlo y la empresa compra la depuradora. El resultado esta claro: la solución optima (es decir la que minimiza las pérdidas) se toma no importa cual sea la estructura de la propiedad. Esto se llama Teorema de Coase.
La idea de que las externalidades podrían resolverse a través de procesos de negociación, una vez establecidos los derechos de propiedad ha sido una de las más revolucionarias de la economía moderna.
Pero no es tan fácil. Ahora imaginemos que el lago no pertenece a un pescador, sino que esta parcelado en trozos (para fijar ideas imaginad que el lago es circular y esta divido en 100 trozos iguales, como un pastel). La contaminación hace perder a cada pescador 9.000.000/100=90.000 euros. Todos los pescadores tienen derecho a permitir a la empresa contaminar su trozo. Bien, entonces lo que ocurre es que cada pescador, a cambio de mas de 90.000 euros (pongamos 180.000) estará dispuesto a dejar a la empresa que vierta en su parte. Claro, al contaminar en su parte, la empresa también destruye el resto del lago. Si la empresa puede verter por 180.000, ¿Por qué gastar los 4.000.000 en la depuradora?
¿Pueden los pescadores ponerse de acuerdo y pagar entre todos por la depuradora como en el caso anterior? No: Aunque cada uno podría pagar 40.000 euros, ninguno lo hará. Si los 99 restantes se ponen de acuerdo (y pagan 41.000 cada uno, lo que harían de quedarse solo uno fuera, porque aún así ganarían) y hay depuradora, el otro no paga su parte pero aún recibe sus 90.000 euros. Todos tienen incentivos a no pagar y a disfrutar de la depuradora.
Supongamos que cada pescador tiene derecho a vetar la contaminación de su parcela (y por tanto de todo el lago), y ahora imaginemos que es lo contrario: la depuradora vale 9.000.000 euros y los beneficios de la pesca en el lago son 4.000.000. Entonces si los 99 restantes se ponen de acuerdo en recibir, por ejemplo 60.000 cada uno y renunciar a la pesca, dejando el lago para la industria, el último exigirá a la empresa 8.000.000-99*60.000=2.060.000, y aun así la empresa tendrá un beneficio de 1.000.000. Todos tienen incentivo a ser el último a entrar en el contrato, así que nadie será el primero. Es decir no habrá contrato y el resultado optimo (en este caso, contaminar) no se alcanzará. Problema de acción colectiva.
¿Por qué no posible llegar al óptimo con propiedad dividida? Porque la depuradora una vez en uso evitara la destrucción del lago incluido la parte del que no paga. Y porque si todo el mundo tiene derechos de propiedad (aunque limitados) sobre la parte del lago que no es suya, todos tienen incentivos a usar ese derecho para acaparar el valor de la propiedad ajena, (como se ve en el ejemplo anterior).
¿Por qué no es posible con múltiples usuarios encontrar un óptimo a través de negociaciones? La respuesta esta en la naturaleza intrínsicamente común de la propiedad sobre el agua del lago. Como la contaminación se difunde a través del líquido, no hay forma de vallar la parte del lago de cada individuo. No es por tanto posible poseer derechos de contaminación sobre una parte. La propiedad del lago como sujeto de contaminación es necesariamente común. Una sociedad anónima que gestionase en nombre de los propietarios (en proporción a la propiedad de cada uno) los derechos de contaminación del lago sería una solución perfecta para el problema, siempre que la pertenencia a ella fuese obligatoria. OBLIGATORIA. O sea, coacción para superar un problema de acción colectiva.
Es evidente que no todos los bienes son privatizables y es aún más evidente que algunos bienes son escasos. Cuando un bien no privatizable es además escaso (es decir, es un bien económico) resulta que es un bien público.
Y debe ser gestionado en común. Con esto no digo que haga falta Estado. Imaginemos que la apropiación original del lago hubiese sido hecha por un solo individuo. El haría lo siguiente: vendería parcelas a otros con derechos limitados (es decir sin derechos sobre la contaminación) y después esos derechos los depositaria en una sociedad anónima participada por cada propietario en relación a su lote de propiedad. Esa compañía en caso de una oferta de contaminar, decidiría en común y de aceptarse la contaminación del lago, las ganancias de la sociedad (con beneficios) serían el precio de la parcela.
Eso sería una solución ideal, pero adolece del problema de que exige que se hiciese así en el momento de apropiación original. Por eso es necesario que exista un sistema legislativo que delimite la propiedad de forma que los bienes intrínsecamente comunes no sean (ficticiamente) divididos. Por ejemplo, que la propiedad de una parcela del lago no implique derechos de contaminación o de veto sobre el total.
Esto me lleva a pensar en un ejemplo más realista: Kyoto. Bien, no estoy en condiciones de afirmar o desmentir los hechos científicos sobre los que se asienta el protocolo de Kyoto. Pero si estos fuesen ciertos, es decir si existiese el efecto invernadero y fuese una amenaza, la solución adoptada en forma de derechos de contaminación comerciables es óptima. Dado que la atmósfera en su conjunto no es un bien privatizable, la mejor solución para gestionar un problema global de contaminación no puede ser otra que poner su gestión en manos del Estado (¿mundial?) y que este los revenda mediante subasta.
Decir que el Teorema de Coase nos enseña a superar las externalidades estableciendo derechos de propiedad es olvidar que precisamente las externalidades son un resultado de la dificultad técnica de establecer esos derechos.
Conforme los bienes son menos divisibles la importancia de mantener la propiedad común aumenta. La seguridad, por ejemplo, es así: en un mundo sin policía pública, todo el mundo tendría más incentivos a ejercer la seguridad pasiva (vigilancia) que la persecución del criminal. Las carreteras son análogas al caso del lago que un solo propietario impide contaminar. Conforme una empresa fuese avanzando en la carretera, los propietarios de las tierras por las que fuese a pasar exigirían más y más dinero, extrayendo el beneficio empresarial y haciendo la construcción imposible.
Las grandes infraestructuras, la seguridad (activa), en parte la propiedad intelectual, o la educación crean enormes externalidades porque el propietario crea un valor que no puede internalizar. La contaminación también crea externalidades. A base de subvenciones o incluso (en las carreteras) expropiaciones o producción publica (policía) el Estado debe organizar las necesarias acciones coactivas para superar los problemas de externalidades y acción colectiva.
¿Que es pues el Estado? El proveedor y propietario de los bienes económicos no privatizables. Si la propiedad de un bien es necesariamente común a nivel local, debería ser gestionada y recaudados los impuestos a ese nivel (por ejemplo las calles, o la contaminación de las aguas), si es común a nivel nacional (defensa) debe ser gestionado y recaudados los impuestos también a ese nivel.