Racismo Bayesiano y sus Consecuencias
A pesar de los esfuerzos que hacen las autoridades educativas y monetarias, los individuos siguen formando expectativas racionales. Desde luego las expectativas racionales no se forman en el vacío, porque formar expectativas es por definición un proceso subjetivo. Digamos entonces que los agentes forman expectativas racionales dada la información disponible.
Por ejemplo, si te cruzas en una calle oscura con un magrebí vas a tener más miedo que si te cruzas con otro español. Es un prejuicio (es decir, un juicio a priori): al fin y al cabo cada magrebí es un individuo diferente de los demás. Pero dado que no conoces al magrebí en cuestión, y por tanto lo único que sabes es que es varón y magrebí, te vas al ratio de criminalidad por nacionalidad, y descubres que tienes ocho veces más probabilidades de ser agredido que si el otro transeúnte fuera español. Por supuesto, si supieses que el magrebí es médico volverías a recalibrar los riesgos, y te sentirías más tranquilo. (La teoría de la reconstrucción de las funciones de probabilidad para ajustarlas a incrementos de la información se llama “estadística bayesiana”)
¿Esta estadísticamente justificado el racismo? A falta de otra información, si.
Desgraciadamente este análisis aséptico tiene consecuencias negativas que afectan al conjunto de la dinámica inter-étnica. Porque debido a este racismo racional se produce una histéresis de los problemas de incompatibilidad cultural.
Cuando un joven magrebí (pongamos no cualificado) va a pedir trabajo a una empresa de Paris, el encargado de contratación no le conoce: solo sabe que es varón y magrebí. Y sabe que los varones magrebíes son un enorme desastre social. Por tanto contrata al francés de clase media que le envió el otro currículo. El encargado no obra irracionalmente: en la mayor parte de los casos, el francés de clase media va a ser un trabajador mejor; pero existen magrebíes que serían magníficos trabajadores y que tienen que sufrir una discriminación racional pero (en su caso particular) injusta.
Desde luego, que nadie piense que la situación de los musulmanes y otros grupos problemáticos en Europa se debe al racismo. Los esquemas racistas generan una histéresis de un problema subyacente y previo de incompatibilidad cultural. Es decir, el racismo no es una profecía auto-cumplida, sino una profecía auto-reforzada.
Para dejar claro este punto de que los esquemas de racismo auto-reforzado provienen de una realidad previa de incompatibilidad cultural, existe un caso de libro: la evolución comparada de los inmigrantes hindúes y pakistaníes en el Reino Unido.
Los hindues y los pakistanies son étnica y culturalmente iguales. Hablan el mismo idioma, tienen los mismos rasgos físicos y hasta la partición de la India compartían una historia común. Como ciudadanos de la Commonwealth han tenido derecho preferente a inmigrar hacia Inglaterra: su evolución social ha sido, sin embargo, muy divergente:
(Via FrontPage Magazine)
“Si los musulmanes están mucho menos cualificados que cualquier otro grupo a pesar de que las dificultades para cualificarse han caído continuadamente, solo puede ser por culpa de la discriminación- a pesar de que la cuarta parte de los estudiantes de medicina en Inglaterra son de ascendencia India. Por supuesto no tiene que ver con la práctica generalizada e ilegal de no dejar a las niñas ir a la escuela, cosa que la prensa nunca menciona, y que las autoridades educativas tampoco investigan. Si el desempleo juvenil entre los musulmanes es dos veces y media mayor que entre los blancos también debe ser la discriminación- a pesar de que el desempleo juvenil entre los hindúes es de hecho menor que entre los blancos (y eso a pesar de que muchos jóvenes hindúes se quejan de que les confunden con musulmanes)”.
El Home Office británico hizo este fascinante estudio estadístico en el cual la divergencia de rentas entre grupos sociales nos ofrece un nuevo mapa de la incompatibilidad cultural (pag. 68):
“La investiganción idenfica a las minorias étnicas más desaventajadas. En el nivel más bajo de esta escala están los Pakistanies y Bangladeshies”
Labour market performance in the UK labour market
Home Office, UK
Pero si bien el racismo parte de un problema previo de incompatibilidad cultural, también contribuye a reforzarlo. Lo peor del racismo racional es que crea desánimo y los individuos discriminados abandonan la acumulación de capital humano, generándose un feedback en forma de más desintegración social en el grupo discriminado, lo que refuerza la formación de expectativas racionales aún más racistas, moviendo el sistema social hacia un equilibrio todavía más subóptimo. Este paper relata el proceso de hísteresis y decantación laboral y dice en su abstract: “Si los individuos anticipan este sesgo en la selección, eso conduce a una sobreespecialización”; que en el caso de algunas etnias consiste en sobreespecializarse en subsidios y delincuencia.
Por supuesto, como el problema original proviene de la incompatibilidad cultural, la primera recomendación política es: NO IMPORTEMOS MÁS PROBLEMAS. Pero sobre eso ya he hablado largo y tendido en estos (I, II, III, IV , V, VI, VII) posts.
Ahora bien, existen ya en nuestras sociedades muchos individuos de grupos étnicos conflictivos (sobre todo musulmanes, pero también otros) que están aquí y ya son ciudadanos. Es necesario por tanto dar una respuesta a su problemática y buscar una solución para que aquellos que tengan verdadera intención de integrarse en nuestro sistema social tengan la oportunidad.
El propio esquema del racismo bayesiano nos indica como abordar las políticas de igualdad de oportunidades. El problema es de señalización: el individuo discriminado pertenece a un grupo cuyas características medias son desfavorables y el empresario juzga en conformidad a esas características. Si el individuo señalizase su excepcionalidad, el empresario le escogería a él. En el pasado, cuando el sistema educativo no había degenerado como consecuencia de las políticas igualitaristas, un título universitario o profesional era una señal capaz de certificar la valía individual por encima de las características raciales. Esta valía individual iba más allá de los meros conocimientos técnicos: una trayectoria de éxito en el sistema educativo indicaba la adhesión a ciertas reglas de convivencia.
Las políticas “pedagógicas” del “ningún niño quede atrás” solo se pueden implementar al coste de que ninguno avance. El igualitarismo escolar y las escuelas fallidas han destruido las señales de excelencia individual. En el estado actual de la degradación educativa solo una decidida apuesta por la competencia puede regenerar el sistema: un sistema de cheques y reválidas es la única forma de crear incentivos y permitir a las familias interesadas sacar a sus hijos del círculo del fracaso social. En particular esto no solo se refiere a la educación con destino universitario, sino aún más a la educación profesional: un buen sistema de formación profesional es la pieza más importante en la lucha por la integración, siempre que este también se articule en régimen de competencia y siempre que además de excelencia técnica se ofrezca una clara señal de disciplina y ética laboral. De nuevo el esquema de “cheques y revalidas” es la mejor forma de permitir que los mejores alumnos puedan huir de sus escuelas fallidas y que las escuelas compitan entre si por ofrecer una calidad educativa y una ética del trabajo que permita a los individuos discriminados señalizar sus aptitudes.
Por otra parte la liberalización del mercado laboral es la otra pata esencial para reducir el efecto del racismo bayesiano: al fin y al cabo el empresario si teme verse atrapado en un contrato con un trabajador conflictivo va a ser más averso a contrataciones arriesgadas. La flexibilidad laboral al hacer la contratación más reversible, reduce los riesgos de un contrato fallido y permite al empresario apostar por contrataciones más inciertas a priori.
En definitiva, el problema de incompatibilidad cultural no desaparecerá a medio plazo con ninguna política social, pero unas cuantas medidas liberalizadoras pueden suavizar las aristas interétnicas. Aún así, la mejor política social es escoger con cuidado a los inmigrantes.